Mi lengua no consigue deslizarse, apenas pronuncia palabras y degusta sabores.

Ayer me confundió lo amargo con lo dulce y lo salado con el frío sabor de una sopa de fideos. Qué ricura más asquerosa.

Das un asco que me conquista el paladar. Mis huesos quedan estáticos mientras mis músculos se mueven al sonido del silencio. Todo parece tan familiar que me incomoda. Todo lo cómodo es extraño.

El invierno es caluroso y el verano ni existe. La primavera es negra y el otoño no lleva «ñ» en castellano.

Las cosas son tan raras y me siento, me siento…

No sé cómo me siento ni sé porque mis dedos se decidieron a deslizarse por este simple teclado con sensores que por códigos binarios hace de las letras electrónica venida de una ciencia venidera de nuevos recursos comunicativos.

Ahora siento todo extraño, nada me es reconocible a los sentidos. Veo con los dedos y siento con los ojos. La risa me produce escalofríos y el miedo me reconforta. Y me siento, me siento… Ay, si alguien sabe como me siento que se calle. La incertidumbre, ah, la incertidumbre. ¿Qué sería del ser humano sin incertidumbre, no?

Y cuánto me alegro cuando algo me entristece porque me siento, me siento… viva

 

Who made all the rules? —