Hace un año las cosas eran distintas. Conocí sensaciones que no había experimentado jamás, sensaciones que me ayudaron a ser un poquito más yo. Sensaciones que han alimentado mi orgullo.
Aspiro el aire de noviembre. Aquí es frío y húmedo.
Hoy he conocido a dos fantasmas en el tren. Sólo podía verlos si cerraba los ojos. Ellos me contaban que se aparecen sólo cuando se intenta recordar. No he sentido miedo. He notado la melancolía y un burbujeo que se expandía fulgurante desde mi vientre hacia todo mi ser acabando en un hondo suspiro. Es entonces cuando he abierto los ojos a la realidad y me he topado con el miedo de lo incierto, de lo que está por llegar.
Cuando salí del tren miré al cielo. Había luna llena, neblinosa a causa de la humedad del cielo que pide llorar y no puede.
Hace un año me replanteé muchas cosas. Pero aún no sé quién soy ni qué quiero. Quiero quedarme con mis fantasmas, cerrar los ojos y adentrarme en sueños de delicioso sabor a fresa.
Voler a mis campos de fresas para siempre.
Hay muy pocos ángeles que canten,
hay muy pocos perros que ladren.
Mil violines caben en la palma de mi mano.
Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un angel inmenso,
el llanto es un violín inmenso.
Las lágrimas amordazan al viento
y no se oye otra cosa que el llanto.
Federico García Lorca
A volaaaaar *canturrea una alegre canción*